lunes, 27 de febrero de 2006

Reflexiones sobre Mis Viajes a Taiwán

En los últimos dos años he tenido oportunidad de viajar varias veces a Taiwán, siendo la más reciente apenas la semana pasada. Como Mexicano en cada viaje tengo una buena oportunidad para comparar un poco nuestra sociedad con la Taiwanesa.

Taiwán es muy diferente a México. Es un país donde el ingreso per capita es el doble que en México y el porcentaje de población que vive por debajo de la línea de pobreza es menor al 1%. Las diferencias en el nivel de ingreso son mucho menos marcadas que en México y el nivel de educación promedio es mucho mayor. La población en su mayoría es étnicamente china, de los Chinos que perdieron en la revolución comunista de la China continental.

Viniendo acá parece que salieron ganando con lo que han logrado hacer en esta isla. Este es un país que en los sesentas soñaba con alcanzar el nivel de desarrollo que México tenía en ese momento. Apostaron al futuro (a la industria de las tecnologías de información) y tomaron las medidas necesarias para convertirse en uno de los “tigres asiáticos” y hoy prácticamente son ya una economía desarrollada.

En mi experiencia tratar con un Taiwanés es siempre agradable, independientemente de si es para temas de negocios o simple amistad. He hecho un par de buenos amigos aquí. Siempre son amables y tienen muestran una humildad muy particular. Eso sí, trabajan como locos, toman muy pocas vacaciones y muestran una tenacidad pertinaz para todo lo que sea negocio. Una experiencia que me impactó fue conocer a un tipo dueño de una empresa de tecnología de buen tamaño que me presumía de cómo en 20 años sólo había tomado tres días de vacaciones y tenía una casa de 5 millones de dólares (¿para que puede alguien querer una casa de ese precio si nunca toma vacaciones?).

El éxito económico de Taiwán es innegable. Aún así, como Mexicano relativamente afortunado que soy de vivir con bastante comodidad (y que toma mucho más vacaciones), al hacer una comparación entre nuestras sociedades prefiero evitar saltar a la tan mentada conclusión sobre como tenemos que aprender de los tigres asiáticos. En ciertos aspectos sin duda habrá mucho que aprender, pero ¿hay que vivir para trabajar o trabajar para vivir?

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